Una nueva excursión de Harridunak, en esta ocasión a tierras alavesas con el fin de visitar el Valle Salado de Salinas de Añana y posteriormente la exposición de minerales realizada en el Museo de Ciencias Naturales de Vitoria en la que se pueden ver muestras cedidas por compañeros de nuestra asociación.

En Valle Salado constituye un paisaje realmente singular que por poco ha estado a punto de desaparecer tras el abandono durante años de las eras en las que se extraía la sal disuelta en el arroyo que da nombre al valle.

El diapiro de Salinas de Añana se ve cruzado por un arroyo cuya agua presenta una concentración de sal realmente elevada, unos 200 gramos por litro. La posibilidad de obtener sal del agua en un lugar alejado del mar atrajo la atención de los pobladores de la zona desde hace más de 5.000 años. El poder conservante de la sal la convertía en un bien preciado y a los lugares en que se obtenía en zonas estratégicas.

Primero por evaporación forzosa quemando combustibles y ya en época romana por evaporación natural, la sal de Añana ha abastecido a imperios y reinos durante siglos.

La construcción de eras sobre pilares de madera en toda la extensión del valle, para así aumentar la superficie de evaporación, convirtió a Salinas de Añana en una auténtica fábrica de sal a gran escala.

Pero como tantas otras actividades, la industrialización de procesos de extracción de sal en salinas marina o en minas de sal condenó a desaparecer a casi todas las antiguas salinas de interior. Tal era el estado de abandono que de los centenares de eras que poblaban el valle solo un puñado se mantenía en pie a finales de los años 80.

Afortunadamente se inició un proceso de recuperación de las salinas que culminó con la completa restauración del conjunto, hecho que ha venido avalado por la concesión de numerosos reconocimientos tanto nacionales como internacionales. Hoy en día es un atractivo turístico de primera línea y al mismo tiempo la sal de Añana vuelve a condimentar platos de los mejores restaurantes de Euskadi, ahora como producto gourmet.

De la mano de un guía recorrimos las eras, conocimos de primera mano la forma de obtención de la sal y la historia de este apasionante lugar.

Posteriormente, acompañados de Jesús Alonso, director de Museo de Ciencias Naturales de Alava, nos dirigimos a un afloramiento de fósiles cercano al pueblo de Salinas donde pudimos conocer cómo era la vida en aquel lugar hace millones de años. En concreto un importe yacimiento de icnitas o huellas fósiles del Mioceno en que se han encontrado gran número de huellas de carnívoros, incluidas las de un gran felino.

Todavía sorprendidos por las explicaciones de Jesús sobre algo que la mayoría desconocíamos, nos dirigimos a Vitoria para comer y posteriormente visitar la exposición que llevaba el nombre de nuestra asociación.

La realización de una exposición como ésta requiere un inmenso trabajo, no exento de riesgos, ya que es necesario contar con la colaboración de muchos coleccionistas para que cedan sus mejores piezas con el peligro que supone el transporte, manipulación…de ejemplares cuyo valor es en ocasiones muy elevado.

Por eso desde aquí agradecemos a todos los que cedieron sus piezas para la exposición, sin ellos no habría sido posible.

El resultado fue a todas luces magnífico, y a los que no disponemos de piezas parecidas en nuestras colecciones y al público en general, nos dieron la oportunidad de ver piezas únicas de cuya existencia y calidad solo habíamos oído referencias o en algunos casos visto fotografías.

Al ser una exposición de minerales del País Vasco vimos espectaculares ejemplares de goethitas de La Arboleda, calcitas de Bilbao, datolitas de Errigoiti, sideritas, ankeritas, cuarzos…un sinfín de piezas a cada cual más interesante.

Tras revisar detenidamente cada vitrina y deleitarnos con su contenido, y por qué no reconocerlo sufrir cierta envidia, nos volvimos para casa después de un gran día de campo y minerales.