Van pasando los años y con ellos aumenta el número de lugares que hemos visitado en nuestras salidas. De ahí que sea necesario plantear la posibilidad de repetir alguna de las excursiones realizadas hace años. Así fue como se planteó a los socios en la última asamblea de Harridunak, y apenas unos segundos más tarde ya había un destino en la mente de muchos: Navajún y sus mundialmente conocidas piritas.

La lejanía del lugar y las actividades complementarias que se pueden desarrollar en esa zona de La Rioja, hacía casi imprescindible reservar un fin de semana para la ocasión, así que aprovechando la festividad del viernes 7 de octubre, fijamos la excursión a Navajún y alrededores para los días 7,8, y 9 de Octubre.

El plan no podía ser más atractivo: Ruta de los dinosaurios de Enciso el viernes a la tarde, mina de piritas de Navajún y Los Cayos de Cornago el sábado, para acabar visitando el yacimiento de Grávalos el domingo a la mañana.

Ya teníamos experiencia en visitar estos parajes, ya que además de la primera excursión a Navajún, allá por 2008, más recientemente habíamos estado en Ambasaguas, en busca de sus no menos famosas y espectaculares piritas.

No obstante, la celebración en Arnedo de un acontecimiento cultural ese mismo fin de semana, nos obligó, casi por primera vez en nuestra historia, a no establecer un único lugar de concentración, sino que los numerosos socios que acudimos a la llamada de las piritas nos alojamos en diversos establecimientos repartidos por toda la comarca. Cada socio fue buscando alojamiento por su cuenta, en lugares cercanos, pero separados entre sí.

Dejando a un lado la logística del viaje, y entrando ya en faena, el primer lugar a visitar era Enciso y sus mundialmente conocidas huellas de dinosaurios. El parking del parque temático El Barranco Perdido fue el lugar de reunión establecido, al que poco a poco fuimos llegando los participantes en la excursión.

Aprovechando la espera hasta completar el número de compañeros que habían confirmado sus asistencia, se llevaron a cabo los saludos y charlas piedreras de rigor, además de un cierto trasiego de piezas, que a modo de regalo, pasaron rápidamente de unas manos a otras. En parte se debió a que algunos socios aprovecharon el viaje para parar en algún yacimiento de la zona, y martillo en mano hacerse con algunas muestras de las calcitas que esconden estos parajes.

Una vez reunidos, turno para una didáctica charla sobre los dinosaurios que poblaron la zona hace millones de años, y a caminar. El presidente nos había remitido previamente a los socios unos cuantos documentos para ayudar a la comprensión tanto del orígen de las piritas de la cuenca de Cameros como a la presencia masiva de icnitas de dinosaurio en la zona.

Se había diseñado una ruta circular que con salida y llegada en el Barranco Perdido, visitaba los yacimientos de icnitas más emblemáticos de Enciso. No se trataba de ninguna manera de un recorrido exigente, pero tal vez la hora de la tarde o la falta de
previsión en el avituallamiento de agua, lo cierto es que a más de uno se le atragantó la subida a lo alto de la loma que separa las dos vertientes del valle.

Afortunadamente, cada poco trecho era obligado detenerse para contemplar las impresionantes huellas que dejaron los enormes reptiles que en el Jurásico poblaban estos lugares, lo que además de ser muy interesante, también ayudaba a recuperar el resuello.

Cuando hace ya unos cuantos años se descubrieron las numerosas icnitas de la zona, referencias mundiales tanto por su calidad y definición como por su cantidad, algunos pensaron que podría ser la «mina de oro» de la zona de Enciso, por lo cual se invirtieron cantidades importantes de dinero en montar una zona lúdica/parque temático y ambientar la zona. Finalmente, el impacto en el turismo no ha sido el esperado.

Los yacimientos de icnitas son realmente espectaculares.

Un mantenimiento inadecuado ha bastado para restar nitidez a muchos de los rastros.

Algo similar podríamos decir de las áreas recreativas que se encuentran a lo largo de la ruta, sin duda han vivido tiempos mejores.

No obstante, cabe destacar como hecho positivo, las espectaculares réplicas a escala real de algunos de los enormes reptiles que poblaron estos lares, algo que dio pie a un sinfín de fotografías junto a ellos.

Ya de vuelta al punto de partida, y con la noche cayendo, cada mochuelo a su olivo para cenar y recuperar fuerzas de cara a la exigente jornada que nos esperaba a la mañana siguiente.

Hay quien podría pensar que exageramos al catalogar como “exigente” la visita a la mina Ampliación a Victoria, pero quien haya estado allí picando en serio, sabrá de lo que estamos hablando.

Como seguramente la mayoría conoce, la mina de piritas Ampliación a Victoria se encuentra enclavada en el municipio riojano de Navajún, apartada de la mayoría de los lugares turísticos de La Rioja. Vamos, que a Navajún, o vas a por piritas o difícilmente el GPS se hará pasar por allí. Se trata de una de las zonas con menos densidad de población de toda la península, de lo que dan fe las ruinas de los numerosos pueblos abandonados que jalonan montes y valles, testigos de épocas en las que eran más numerosas las personas que poblaban este recóndito lugar. Sin embargo, el paisaje casi desértico, la altitud, y la ausencia de agua sugieren la dureza de la vida en esta tierra.

Ya en Navajún, a eso de las 9 de la mañana, en un día fresco pero soleado, nos recibió Pedro Ansorena, responsable de la mina de piritas y quien nos acompañaría durante nuestra visita a la explotación.

Sobra decir que para picar en Navajún hay que realizar una reserva previa y optar por alguna de las tarifas que marca la empresa propietaria de la concesión. Vamos, que hay que pasar por caja para poder disfrutar del espectáculo de coger piritas en posiblemente el mejor y más famoso yacimiento de este mineral, junto con el cercano de Ambasaguas.

En nuestro caso 4 horas por delante para recoger piritas lo que se dice a destajo, sin cupo máximo, con la única limitación de tus fuerzas y no acceder a las zonas prohibidas. Porque sí, hay zonas de la cantera-mina donde se puede mirar pero tocar: es así, forma parte del condicionante y hay que asumirlo: lo tomas o lo dejas.

Por lo demás, el lugar es impresionante, enclavado en lo alto de la montaña, sobre el pueblo de Navajún, se accede por una pista de tierra de varios Km que más vale que no resbale, el polvo que cubre el coche no es comparable a lo que puede pasar un día de lluvia. Afortunadamente el día era magnífico, y pudimos llevar los coches hasta la misma plaza de la cantera.

Una vez allí, poco tiempo hubo para explicaciones, unas cuantas instrucciones básicas sobre equipamiento (casco, botas…), instrucciones de seguridad y sobre las zonas no permitidas, y antes de que el encargado acabara de hablar ya se empezaron a oír los primeros martillazos.

A pesar de la amplitud del lugar, los frentes accesibles no son tan extensos, por lo que de primeras un buen grupo se quedó revisando la escombrera, donde una serie de acopios recientes auguraba buenas capturas si tanta dificultad.

Poco a poco las cajas de fruta que muchos llevaban para ir almacenando piezas fueron llenándose, y se empezaron a ver ejemplares realmente vistosos. El dueño no pone límite a la cantidad de material que se puede recoger, sólo a la zona de donde se puede recoger. Eso y el hecho de tener los coches en la plaza de la cantera, hizo que la cantidad de material que cada asistente recogimos fuera de bastantes Kg de piedras. En algunos casos, por conversaciones posteriores que hemos ido teniendo, hemos sabido que hasta 70 Kg de piritas en matriz en algún caso.

En la escombrera cristales más pequeños pero muy brillantes, en la zona del frente de trabajo cristales más grandes pero parcialmente recubiertos de óxido. Quizá esto último fue la nota negativa, junto con la facilidad con que saltaban de la matriz, lo que impedía extraer grupos o al menos sin daños significativos.

No obstante, como se puede comprobar en las fotografías que acompañan este reportaje, al final se consiguieron piezas más que dignas. Es cierto que es muy complicado dar con un ejemplar de relumbrón pero merece la pena solo por el espectáculo de contemplar las paredes llenas de cristales. Las piezas de museo imaginamos que se extraerán de la galería o de las zonas prohibidas, pero eso ya es cosa de la imaginación.

Lo que es real es que cuatro horas sin parar de picar y acarrear peso, dejan baldado al más aguerrido, de ahí el comentario anterior sobre lo exigente de esta visita. Es tal la cantidad de piezas que la "fiebre del oro" te posee, así que la paliza está asegurada. Aun así, el tiempo pasa volando y lamentándolo mucho, pusimos fin a nuestra visita, recogiendo piezas y bártulos, tras lo cual unos optaron por comida de plato y tenedor, y otros por un no menos sabroso bocata.

Ya a media tarde, el plan nos tenía preparada una visita a Los Cayos (Cornago, La Rioja), lugar hacia el que nos dirigimos tras despedirnos de algunos compañeros que tenían que adelantar su vuelta a casa.

En Los Cayos de Cornago se encuentra posiblemente uno de los yacimientos de icnitas de dinosaurio mejor conservados y explicados de la zona. En la ladera se sacaron a la luz y se preservaron multitud de estas huellas fósiles. Es espectacular poder distinguir rastros completos de varias pisadas, de diferentes tipos de animales (dinosaurios y otro tipo de fauna), caminando en línea, en grupo, entrecruzándose etc… y huellas fósiles de reptiles (ondulaciones en la arena provocadas por las olas del agua).

Para los legos en la materia (casi todos los que estábamos allí) es simplemente un precioso sitio que nos permite imaginarnos la zona y el trasiego de animales en la misma. Para los expertos, el hecho de disponer de tantas huellas juntas les permite deducir un montón de datos sobre la vida de estos animales: vida gregaria (en grupo) o solitaria, velocidad de marcha, si los animales andaban o corrían, diferentes especies de animales, marcha bípeda o cuadrúpeda, tamaño y peso aproximados de cada especie, longitud de zancada etc…. Estos datos, en combinación con los que se van extrayendo en otras partes del mundo de icnitas, coprolitos, huesos fósiles, nidos etc., permiten ir reconstruyendo poco a poco el escenario en que se pudieron desarrollar estas criaturas. Lo dicho: impresionante.

Tradicionalmente, el domingo de las salidas de fin de semana, el ambiente se reduce a la mañana. Luego, cada socio va retornando a casa dependiendo en parte de cada circunstancia personal y el tiempo de viaje que tiene cada uno para llegar a casa.

La cita el domingo a la mañana era en Grávalos, para conocer un poco el origen de un balneario de aguas termales que existe en el pueblo. En el siglo XVI se descubrió en este pueblo un manantial natural de propiedades minero-medicinales del tipo sulfuro-cálcicas. En el siglo XIX se construyó un balneario para aprovechar estas aguas. Tras un periodo en que ha estado cerrado, se ha reconstruido y ampliado, siendo reinaugurado en el año 2011.

Después de las pertinentes explicaciones por parte del presidente, nos desplazamos a los restos de una cantera existente en las inmediaciones. Allí, en rocas volcánicas aparecían en su día jaspes de forma arriñonada, de color rojo intenso, con aspecto bandeado. El entorno son rocas basálticas alcalinas que se formaron entre el Triásico y el Jurásico. Un corto rato de búsqueda dio de sí para encontrar algunas rocas volcánicas y alguna minúscula muestra de los citados jaspes. Dichas muestras en ningún momento sobrepasaban tamaños milimétricos. Las fotos siguientes demuestran al menos que sí intentamos encontrar algo interesante que llevar a nuestras colecciones. Desgraciadamente no fue así.