Primera salida de 2010, esta vez por tierras de Gipuzkoa, con objeto de visitar la cantera de áridos situada en el Alto de Kanpanzar, y posteriormente la extraordinaria colección de nuestro compañero Jose Miguel Cavia.

Para todo ello, nos reunimos a esos de las 10.30 de la mañana en un restaurante situado en las cercanías de la cantera. Tras los saludos y el café de rigor, nos dirigimos a la cercana cantera de áridos explotada por el Grupo Calcinor.

Esta explotación, destinada a la obtención de caliza para cemento y construcción, presenta la particularidad de ser pionera en la utilización de labores de interior en la extracción de áridos.

El impacto visual, sonoro, y medioambiental que se asocia a las canteras de áridos calizos, junto con la cada vez más exigente normativa, ha llevado a Calcinor a llevar a cabo un novedoso proyecto de explotación mediante minería de interior.

Para conocer en profundidad esta nueva técnica, así como las instalaciones de la cantera, se nos ofreció la posibilidad de realizar una visita guiada por las mismas, a lo que accedimos encantados.

Ya dentro de las instalaciones de la cantera, dejamos los coches en la explanada exterior, para cambiar nuestros vehículos por unos 4×4, obviamente mejor adaptados a lo que venía a continuación.

Porque para nuestro asombro, tras remontar por una ancha pista en zigzag, llegamos a la enorme boca de acceso a las labores de interior. Si ya de por sí el lugar impresionaba, nos quedamos boquiabiertos cuando la hilera de vehículos comenzó entrar bajo la montaña.

Pocas veces se tiene la oportunidad de conducir dentro de una mina, y menos aún por galerías con la anchura propia de una autopista. Las altas bóvedas, la iluminación, semejaba más un túnel convencional que una explotación en activo. Claro que en los cruces, ceder el paso a un dumper o una retroexcavadora era, además de obligatorio, un evidente recordatorio de dónde estábamos.

Hicimos varias paradas donde algunos compañeros y responsables de la empresa nos explicaron las diversas técnicas utilizadas para obtener el material que posteriormente se transporta a la planta de tratamiento para ser triturado.

En lo que respecta a los minerales, una cantera como esta no suele proporcionar demasiados ejemplares a los aficionados, más allá de algunas muestras de calcita no excesivamente destacables.

Ya de vuelta a nuestros coches nos despedimos de los responsables de la instalación, agradeciéndoles la oportunidad que nos habían brindado, para conocer de primera mano esta novedosa explotación.

Bastante después de realizarse esta salida, la empresa Calcinor recibió todas las autorizaciones administrativas pertinentes para desarrollar su actividad extractiva mediante labores de interior, lo que demuestra que es posible compaginar desarrollo industrial y respeto por el medio ambiente, incluso en una actividad tan compleja como puede ser una cantera de áridos.

Realizada la visita a la Cantera de Campanzar, tocaba reponer fuerzas, para posteriormente dirigirnos a Arrasate, donde nos esperaba la espectacular colección de minerales que durante años ha reunido nuestro compañero Josemi Cavia.

La importancia y calidad de esta colección queda patente en el hecho que la extinta revista Bocamina, un referente para los aficionados, le dedicó un amplio reportaje en uno de sus números.

Aglutina magníficos ejemplares, tanto nacionales como internacionales, algunos recogidos por él mismo y otros obtenidos mediante cambio o compra. Visitante asiduo de las principales ferias internacionales, ha sabido hacerse con una selección de minerales de gran calidad.

Fluoritas, galenas, aguamarinas…, por citar algunas de las especies minerales ampliamente representadas en las vitrinas, nos dejaron realmente sin palabras, sobre todo cuando mentalmente las comparábamos con nuestras propias muestras.

Todo un lujo poder contemplar una colección tan completa y bien expuesta como ésta. Desde aquí queremos agradecer a Josemi el invitarnos a su casa y tener la oportunidad de contemplar una de las mejores colecciones de Euskadi.

Ya entrada la tarde, con la satisfacción de haber pasado un gran día, volvimos a nuestras respectivas localidades de origen.